El entramado de transporte de la ciudad es una de las características más estudiadas a la hora de elegir una propiedad.
Las razones son múltiples, y casi siempre está en las preferencias.
Hay gente que prefiere vivir lejos y acercarse a la ciudad eventualmente, ya sea por obligaciones de trabajo o por acercarse a la zona de teatros y espectáculos.
Otros, necesitan estar cerca del lugar de trabajo, por evitar tiempos de traslados o por evitar la congestión del tránsito.
Entre esos dos extremos hay decenas de situaciones que combinan precios de viviendas y comodidades.
En cualquier caso, la posición del Subte ha venido a configurar las ciudades en particulares morfismos.
El subte es o amado o rechazado.
Lo que afecta notablemente los precios de las propiedades a su alrededor, mientras que en algunos casos es caro estar cerca de alguna estación, en otros es más barato.
Mientras que en algunos casos el ruido, la cantidad de gente que se mueve alrededor de las bocas de subte, las vibraciones, son situaciones negativas, en otros, como la rapidez al trasladarse de una punta de la ciudad a la otra, son más importantes que otras incomodidades.
¿Qué elegir?
Esa es la cuestión. El subte tiene sus acólitos y sus detractores, en ambos casos las razones son valederas.
¿Cómo se decide entonces el valor de una propiedad que está cerca de una boca de subte?
Como siempre, depende de la demanda. Variable complicada de definir en una economía alterada por normas poco claras, aunque en definitiva la respuesta es la misma: depende de la demanda.
En la actualidad al haber tantas ofertas en edificios nuevos, en el corredor de la costa, con amplios ambientes al aire libre, lejos de la polución de la ciudad, es quizás una cuestión que se contestará con el tiempo.
Pero, casi todo es cíclico, así como en alguna ocasión hubo como una gran demanda de espacio en los countrys cerrados, parece que se está dando una migración a edificios con mayor confort que presentan las nuevas construcciones.
Quizás, la configuración del subte, termine por extenderse hacia la zona en donde la gente prefiere vivir, cerca del agua u el aire libre.
El futuro dirá.